Las moras no siempre son moradas

[Me dispongo a escribir una historia donde las sensaciones, sentimientos, sentidos cobran significado. Todas aquellas historias que se transmiten de boca en boca y no por ello nunca quedan plasmadas en papel.]

En el momento en el que nadie parecía prestarle atención, Vincent levantó la vista sobre el grisáceo y oscuro cielo, propio de las bóvedas invernales. Algunas nubes amenazaban aquel día la ciudad. Se acercaba una tormenta similar a la que le caería a Vincent cuando su jefe viese que no estaba en su despacho en ese momento, pero la ocasión merecía arriesgarse. Ensimismado en su coartada, una voz le sacó de ella, un hombre calvo ataviado con una camisa azul y una corbata negra y de una pinta un tanto ridícula miraba de reojo a la vez que le preguntaba a Vincent dónde se dirigía. Con cara de admiración se limitó a indicar su destino en un mapa cercano al asiento del conductor, por lo que se veía Vincent desconcertado no conseguía acordarse de su destino.
En los minutos siguientes un autobús de un fuerte azul, ya descolorido y bastante ruidoso hacía zigzag por la ciudad.
Vincent encontró su asiento después de una discusión con una señora corpulenta a la que al parecer le había dado con su equipaje. Un resoplido salió disparado justo en el momento que él analizaba su nuevo entorno. Dos señoras mayores presidían la parte de los pasajeros. Vestían grandes trajes de galas y cuchicheaban sus planes para cuando llegasen a la casa del novio. Delante, un hombre desesperado mecía en brazos a un bebé que no paraba de llorar. Al lado estaban dos adolescentes que comían chicle a la vez que lo enseñaban entre sus grandes mandíbulas. Vincent no se imaginaba a toda esa gente en otro sitio que no fuese una gran ciudad con ideales demasiados progresistas.
Dejando de mirar a su alrededor por que las señoras se habían percatado de su atenta mirada, se puso cómodo y sacó de su cartera un periódico para poder entretenerse en el viaje. Conforme se abría el periódico salía la sección de economía, la que más le gustaba. Le encantaba poder imaginarse el mundo de la economía como un gran juego de estrategia, en el cual había enemigos y amigos. No le dio tiempo a terminar su fantasía en la que él realizaba el papel de jefe estratega cuando una gran mancha blanca inundó por completo su entretenimiento. Segundos después el hombre que tenía el bebé en manos se abalanzó sobre Vicent pidiéndole mil disculpas. Por lo visto el hombre ante su cruel situación había decidido dar el biberón al pequeño para que jugase. El periódico había quedado empapado e inservible por lo que Vincent haciéndolo una bola lo tiró a un pequeño cubo, que estaba alli, como si una pelota de basket se tratase. Así dio a descubrir uno de sus apasionados hobbys: el baloncesto. El autobús se mantenía en un continuo ruido desagradable que se desprendía del lloro del niño, las pompas del chicle de los adolescentes y los cuchicheos de las marujas. Era imposible conciliar el sueño en aquel sitio. Y por lo que veía aún no había salido de la ciudad. Pensando en formas de entretenerse, se le iluminó una bombilla: el móvil. Éste le daría la victoria ante el enorme aburrimiento que le llenaba. Fue a coger la gabardina donde solía meter el móvil, junto a su cartera y una foto de su exmujer. Ante esa situación comprendió que el destino se estaba burlando de él, había olvidado el móvil encima de la mesa de su despacho junto a su placa donde rezaba su nombre acompañado de su puesto de trabajo el cual decía: Vicent Solac, investigador de antiguos misterios. Todo esto a causa de la prisa que le metió aquella llamada de teléfono que había recibido aquella mañana. Maldiciendo su mala suerte, su cara se plasmó junto al helado cristal que cubría el autobús. La ciudad se alejaba por momentos y visto que ese día no era su día de suerte, se puso a pensar en la causa de sus desgracias, la llamada. Quién y qué eran las preguntas que más se cuestionaba. Todo era tan misterioso, que nadie se habría aventurado a hacer lo que aquella llamada decía. Pero al fin al cabo Vincent sabía que todos los misterios son los que le habían echo actuar en su vida, de ahí que estuviera desempeñando el primer cargo dentro de su departamento, aunque por delante estaba su jefe que no apreciaba nada las labores que allí se realizaban y le hacía la vida imposible.
Pensó el porqué de su trabajo, porqué había elegido ese trabajo y no otro. Todo hacía indicar que investigar antiguos casos archivados por la policía de la ciudad de sustracciones de objetos valiosos y de sus autores le llamaba mucho la atención. Tanto que había rechazado el puesto de jefe de policía, pero le daba igual, soñaba con el día que descifrase el escondite de todos los cuadros y joyas que hace siglos habían desaparecido. Grandes misterios sin resolver, como dónde está el alijo sustraído por el gran Jacques Collage, jefe de toda una banda de ladrones de guante blanco, le daba la energía suficiente para desempeñar su trabajo cada día. Cada vez que recordaba aquel nombre, la temperatura de su cuerpo subía por que Jacques Collage fue el maestro de un ladrón que marcaría un hito en la historia, ya que como buen alumno superó con creces a su maestro. Había dedicado cientos de horas en ese caso, a intentar sacar algún fallo con el cual conseguir alguna pista que otra, pero era imposible este ladrón actuaba tan bien que ni siquiera sabían su nombre y lo apodaban como Brisa Oscura, dando referencia a las pocas pruebas que dejaba tras su gran golpe. Lo llamaron así tras su último golpe conocido, donde consiguió sustraer lo que antes nadie pudo: el prisma del la del lamento, que se trataba de una pequeña perla codiciada por todo tipo de coleccionista. Esta permanecía en el museo de la ciudad que pese a las buenas fuerzas de seguridad con las que gozaba la joya, había desaparecido sin dejar rastro.
Con un poco de suerte esa llamada recibida podría llevarle a algún lugar donde encontrase algo referente a Jacques Collage y con otro poquito de suerte más podría salvar su puesto de trabajo, porque tras sus numerosos fracasos y su ausencia del día amenazaban su despido. Pero Vincent no pudo pensar lo que haría si lo llegasen a despedir porque un golpe y un frenazo le hicieron de fijar la mirada hacía adelante. El autobús acababa de parar de golpe en un bello lugar donde las montañas y los esqueléticos árboles hacían de su entorno. Pensó que probablemente éste sería el lugar donde la llamada le indicaba ir, pero antes de reaccionar las puertas del autobús se cerraron dejando atrás a las dos señoras que momentos antes no dejaban de cuchichear. Por lo tanto, tras el abandono de estas mujeres que se quedaban diminutas conforme el autobús se alejaba, la parte delantera había quedado desierta. Y aprovechando que había levantado la cabeza para mirar si verdaderamente eran las señoras las que habían abandonado el bus, giró la cabeza para su izquierda y allí estaba una nueva inquilina. Tanto le llamó la atención que Vincent sin guardar modales miro descaradamente a la mujer que arropaba algo, ese algo no era algo sino alguien. Arropaba a su hijo que no parecía estar en buenas condiciones. Una manta a cuadros tapaba el torso del niño que con cara colorada miraba a su madre. La mujer vestía de negro completamente, un pañuelo recubría su cabeza y una bufanda de lana se enrollaba a su cuello como si fuera una serpiente. Esta mujer llevaba consigo un gran bolso con grandes broches a los lados y que apretaba mucho con su pecho, como si lo que contuviese fuera de vital importancia. Se preguntaba que cuanto quedaría para llegar, juraría llevar más de 1 hora metido en aquel sitio. Vincent volvió la mirada al cristal, los grandes almendros se turnaban con grandes pinos, era una debilidad lo que sentía por aquellos paisajes, le inspiraban una tranquilidad tan grande que quedó placidamente dormido a pesar del ruido de fondo del autobús. No duraría mucho tiempo cuando una risotada del niño le despertó. Dobló la cabeza y vio como la mujer enseñaba al niño fotografías antiguas. La mujer indicaba con los dedos como indicando a alguien que quisiera que el niño conociese. Quizás sea su padre de aquella criatura que habría muerto recientemente, así se explicaría la ropa negra que llevaba la mujer.
Viendo que el niño se lo pasaba bien comparando realidades Vincent pensó que sería la mejor forma de pasar el resto del viaje, viendo fotografías. Sacó su billetera y sacó la gran foto que siempre le acompañaba, la de su ex mujer. La ruptura de su mujer y él, lo consideraba el mayor misterio de todos los que había estado investigando. Así que sin ganas de pensar en aquel desagradable momento, buscó más fotos en su billetera. Sacó de todo, ticket de la compra, un cupón de la once, el billete del metro, de todo menos una fotografía. Pensó que no era raro que no llevara más fotografías que la de su mujer, a su padre no lo había conocido y de su madre tenía leves recuerdos, tan solo momentos de su infancia donde su madre le acompañaba, pero eran tan confusos que perfectamente su madre podría ir en aquel autobús y él ni conocerla. Guardó su billetera y fijó la vista otra vez en el cristal. Estaba empezando a llover, gota a gota, tenía pinta de ser una tormenta pasajera, porque a lo largo del camino se deslumbraba un claro.
Un estornudo hizo que Vincent se alarmara, todas las fotografías que antes la mujer mantenía en sus manos volaban ahora en el espeso aire que les rodeaba. Describían giros hasta que una foto fue a parar al pasillo del bus. La mujer tenía cara de asustada al ver la magnitud de aquel estornudo y acariciaba al niño. Así que sin pensarlo dos veces Vincent se inclinó al pasillo para cogerla. Pensaba que estaría más cerca, pero por más que se inclinaba no conseguía atraparla. Se inclinó tanto que un colgante escurrió por el pecho hasta estar a la vista de todo aquel que iba alrededor de él. La mujer se quedó fija mirando aquella cruz que le colgaba del cuello. Por un momento las miradas de los dos se juntaron y el momento se hizo un poco embarazoso en el que Vincent salió amablemente acercándole la fotografía a esa mujer. No entendía porque se había quedado mirando aquella vieja cruz que llevaba desde que era niño. Entonces una espesa neblina nubló su vista y recordó el momento en el que estaban en un campo de amapolas y su madre se acercó a él y le colgó la cruz, las campanas de la iglesia resonaban de fondo y después de colgársela alguien vino y en ese momento todo se hacía confuso. Vincent no conseguía recordar lo que pasó en aquel momento. Pero recordar eso no hizo cambiar el gesto de aburrimiento que se manifestaba en su rostro. Era una prueba más que hacía su teoría más cierta: su madre le había abandonado porque eran tiempos difíciles. No había indagado mucho en aquello, solo que eran tantos los niños que eran abandonados en aquellos tiempos, eran tantos los compañeros que tenía en el orfanato que había pasado su juventud, que era normal que esa teoría era la que más le convencía. Pese a aquello nunca guardó ningún rencor a su madre. Entonces recordó el día de su 18 cumpleaños, el día que abandonó el orfanato cuando le informaron de una herencia que tomaba por inexistente. Era tal cantidad de dinero, que hizo dudar sobre el oficio de su madre y sobre la teoría a la que se había sometido durante todo este tiempo. Si tenían todo aquel dinero, por qué le había abandonado.
La mujer se levantó de golpe y cogiendo al niño entre brazos avanzó por el estrecho pasillo, eso parecía indicar que el destino de esa mujer había llegado. De fondo se veía un mosaico de casas que se distribuían por todo el horizonte. Cuando el pueblo se quedó de nuevo a la lejanía, el autobús contaba con nuevos inquilinos. Dos hombres con boinas se habían sentado en la parte de delante. Al lado estaban una pareja de extranjeros, que por el acento parecían franceses y en la parte trasera un joven con jersey de lana buscaba un asiento como donde poner los pies y tumbarse. Los dos señores con boina parecían ir hablando de sus negocios y por lo que Vincent dedujo eran dos carpinteros. Todo hasta el momento había sido normal hasta que uno de los hombres dijo: “ya sabemos que nunca nos tenemos que fiar por las apariencias, las moras no siempre son moradas”. Al oír esto Vincent no se quedó igual, esa frase la había escuchado en alguna parte antes. Una espesa neblina volvió a invadir su mente y al desaparecer se encontraba en otro de sus recuerdos donde un hombre alto y calvo se esforzaba para tallar un marco de un cuadro. A su lado, un niño vestido con tirantes jugaba con las virutas que el carpintero soltaba. Una conversación se entabló al instante:
-Papá, ¿porqué no dejas ya ese dichoso marco y me enseñas a jugar a las canicas?- dijo el niño mirando con cara entristecida.
-No hijo, ahora no es el momento tengo que terminar este marco antes de esta noche.
-Papá si el marco ya esta muy bonito, no trabajes más en él.
-Hijo, algún día entenderás que no hay que fiarse de las apariencias, no todas las moras son moradas.
Vincent tras esto, se quedó estupefacto. Si que conoció a su padre y sí que era carpintero. Toda su vida había pensado que su padre había muerto. ¿Por qué tenía tan pocos recuerdos de él?
Mientras que él discutía consigo mismo, al lado la pareja de extranjeros se habían puesto a discutir. Los gritos se quedaron por encima de todo el ambiente. La maldita nieblina volvió a invadir el subconsciente de Vincent. Esta vez al evaporarse quedó un ambiente lúgubre donde dos personas discutían también:

-No pondré la vida de mi hijo en peligro- exigía el hombre a pocos centímetros de la cara de la mujer- ¿Entendido?
-Pero no podemos dejarlo aquí, es aún muy joven.

Cuando Vincent abrió de nuevo los ojos todo el autobús andaba alborotado, todos discutían a voces. Sin saber si se estaba volviendo loco, cogió su equipaje y aprovechando que el autobús se había detenido salió corriendo por un camino al azar. No podía ser cierto todo lo que había pasado. Se adentró a un terreno lleno de árboles, seguía corriendo asustado sin saber qué hacer. La lluvia lo había empapado y la noche caía por momentos. Al momento todo se hizo muy confuso, tres caminos, la casi oscuridad y la lluvia no permitían saber dónde se encontraba. Sin pensarlo se puso a correr por uno de ellos. El bosque susurraba tras el viento que hacía en ese momento. Todo parecía un cuento que todos se burlaban de él. Incluso los árboles le parecían que se reían de él cuando el barro y algunas ramas atravesadas en el camino hicieron que Vincent cayera al suelo. Toda la cara se le había quedado empapada de barro. Todo se volvió blanco de nuevo y volvió a recordar otra escena donde de fondo se encontraba un árbol con gran copa y dos sombras lo acompañaban.

-Quédate aquí, Voy a hacer una cosa y enseguida vuelvo.
-Papá ¿Puedo ir contigo?

Aquel árbol que permanecía quieto en ese recuerdo, se encontraba justo delante del cuerpo aún sin levantar de Vincent. Sin cuestionar lo que había visto se puso a desenterrar un montoncito de tierra que había a los pies del árbol. Rápidamente con las manos encontró lo que en aquel sueño se mostraba. Era una caja y dentro había canicas. ¿Qué significaba aquello?
Un fuerte dolor de cabeza le abordó que llevándose las manos al rostro calló de rodillas como si un dolor enorme le hubiera abatido.

De pronto unas campanadas sonaban, Vincent estaba arrodillado jugando con unas canicas. Su padre lo observaba desde el otro lado de la plaza. El niño miraba de vez en cuando a su padre sonriéndole como dándole las gracias por enseñarle a jugar. Volvió la mirada a sus estupendas bolas. Cuando levantó la mirada su padre estaba rodeado de varios hombres trajeados, como si lo acorralaran. Asustado se levantó para ver qué había sucedido. Pronto su padre vestido con una gabardina marrón salió disparado sobre su hijo.
-Hijo, quédate allí jugando- dijo el padre
-Papá, ¿qué ocurre?- dijo el pequeño preocupado.
-Hay momentos en la vida que uno debe pagar por lo que ha hecho. Ahora no entenderás ni una palabra de lo que te digo, ni quiero que lo entiendas. Quiero que un día prosigas lo que un día tu padre comenzó. Algún día tú serás el sucesor de Brisa Oscura.-dijo alejándose del niño cogido por dos hombres del brazo

Una mano cogió el hombro de Vincent y lo levantó del suelo. Un destello le molestaba a la vista, lo apuntaban con una linterna que alumbraba al rostro. Le estaba ayudando a levantarse aquel hombre que momentos antes estaba subido en el autobús, pero a su lado estaban el conductor, los adolescentes, los franceses, la señora con su hijo. Antes de que Vincent pregunte el porqué de todo aquel embrollo, una silueta alta tomó la palabra.

Vincent Solac, tu padre dio la vida por ti. Se fue con aquellos hombres porque ellos buscaban el prisma que ahora llevas tú colgado en tu cruz. El fingió llevarles al sitio donde supuestamente lo tenía enterrado, que era este sitio. Aquí sin compasión ninguna y viendo que tu padre había mentido, aquellos hombres le asesinaron. Su último deseo era que tu estuvieras a salvo y ahora te ha encomendado una gran tarea. Proseguir con su obra maestra, la obra de Brisa Oscura. Él fue el único capaz de conseguir lo que muchos envidiaban, el prisma del lamento. Te ha elegido a ti para seguir adelante y nos eligió a nosotros para que hoy te hiciéramos recordar quién eres. Todo estaba planeado –dijo aquel hombre ofreciéndole la mano a Vincent para ponerse en pie.

Ya todo le cuadraba, no era quien pensaba que era. Y para resolver cualquier misterio, tendría que resolver el suyo propio. Asique cogiendo la mano de aquel hombre se puso en pie y asintió con la cabeza porque ya sabemos que no nos tenemos que fiar por las apariencias,
Las moras no siempre eran moradas.

El meme XXl

Las 101 cosas de mi que nunca antes habíais sabido:

el brikindance
dejémonos de tonterías, vamos a empezar por el principio
Me pusieron el nombre de Eduardo porque una señora, pensaba que Don Eduardo imponía.
De pequeño para que me escuchasen me daba cabezazos contra la pared. Al final siempre conseguía lo que yo quería haciéndome daño.
No me gustan los tattos por el simple hecho de que los gustos cambian y si algo que me gusta ahora y me lo tatuo, tendré que llevarlo de por vida
Los piercings me gustan más,
No he salido nunca al extranjero y el lugar donde más largo he estado es Galicia
Me encantaría pasarme la vida viajando
No tengo pasaporte
Pero en mi DNI pone que soy una mujer.
Me gusta llevarme de todo a cualquier lado, aunque no lo necesite
Si estoy solo, no me gusta abrir la puerta ni coger el teléfono
No es por miedo, pero simplemente no necesito a nadie en ese momento.
Hay veces que me encanta estar solo.
Otras no, me siento bien con alguien aunque a ese alguien lo odie.
Aunque no suelo odiar a nadie, no suelo tener rencor.
Muchas veces me paro a pensar el porqué de las cosas y como cambiarlas.
Nunca he entendido de coches.
No se me da nada bien en especial, aunque me pase horas con el ordenador, no sé nada sobre él.
Tengo un defecto, me encanta que me feliciten por mi trabajo.
Y ser el centro de atención
Aunque para algunas cosas no tengo vergüenza como ponerme delante de más de 1000 personas, otras simples si que me dan vergüenza, como pedir información en cualquier lugar.
Me gusta el arte. Es más me apasiona el arte, lo veo como una conversación entre siglos.
Aunque en la ESO he estudiado latín, en bachiller he estudiado economía, estoy haciendo una carrera de ciencias.
Nunca he tenido a ningún ídolo.
No me gusta ser monótono y no me gusta lo que a todos le gustan.
Por lo tanto no me gusta la moda.
Pero me encanta estrenar ropa
Me encanta conocer gente nueva.
Y aunque no suelo juzgar a primera vista, si lo he hecho alguna vez he acertado
Nunca he besado a una chica
Me chupo el codo
Pero nunca he intentado chuparme lo que todos pensáis
Tengo un ojo de cada color
Y a pesar de esto no me considero raro en ese aspecto
Pero si me considero raro en otros aspectos
Me gusta la fotografía
Pero me gusta más fotografiar cosas cotidianas a las que no damos importancia.
Pienso en el fin del mundo
Y me encanta saber de todo en general
No tengo ninguna colección
Aunque siempre quise tenerla
Guardo cosas sin importancia: corchos, hojas de árboles, dibujos...
No suelo tirar las cosas, porque pienso que algún día me pueden servir.
Mi vocación desde pequeño ha sido la radio
Y sigue siéndolo
Mi abuelo me enseñó a dividir.
Aunque nunca me ha contado ninguna anécdota de la guerra
Tengo recuerdos desde mis 3 años
No me gustan los videos familiares
Así que nunca he visto el video de mi primera comunión
Me encanta la historia
Porque siempre digo que para entender el futuro hay que saber del pasado
Me apasiona la vida de otros países
Nunca he cogido plena confianza con alguien
Ya dije que era raro
Me gustan mis apellidos
Aunque me encantaría saber el pasado de ellos
Nunca he llevado relojes
Pero ahora me encanta controlar el tiempo
De ahí que soy puntualísimo
y me encanta serlo
Me gusta predecir la hora, los grados con tan solo mirar el sol.
He de afirmar que lo primero que me fijo en las chicas es su pelo
Vuelvo a repetir que soy raro
Siempre que quiero comprarme algo, cuando me lo compro, ya quiero otro algo.
Me gusta ayudar a la gente aunque algunos me digan que soy egoísta
No tengo mejor amigo, pero nunca quise tenerlo.
Me emocionan los actos que solo se viven una vez en la vida.
Me gusta escribir
y matar a mis personajes
Dicen que tengo una fuente de imaginación
Aunque nunca antes yo pensé así
Es mas, siempre pensé que escribía de pena
No fumo
Hay veces que echo de menos mi personalidad
Soy fácil de convencer
En cuanto a mis gustos musicales, no tengo preferencia
Aunque me gusta la música clásica.
Me gusta leer y cualquier libro merece la pena
Soy un maniático en cuanto a la ortografía.
En todas mis historias, los personajes son chicos
Pero no soy machista
Me gusta escuchar problemas ajenos
Los hago como propios
Entre tantos como he oído podía hacer un libro.
Me gusta el humor absurdo, y sacarle una risa donde no lo hay.
Soy bastante optimista aunque tampoco lo demuestro
Si me dijeran que me describiese, no sabría hacerlo
Me muerdo las uñas
Mi nick viene de Sin Suelas, perdí una suela
Aunque nieguen el poder que tiene Internet, hay gente que no sabe ni como me llamo y me llaman por Pufpuf
Reconozco que siempre se me ha dado mal la geografía
Nunca he sido supersticioso
Es complicarse la vida
Suelo ponerle a los libros la fecha de cuando me lo compro y la fecha de cuando termino de leermelo
Veo muy poco la tele
y prefiero leer periódicos antes que ver telediarios
Me gustaría hacer algo importante en la vida
Pero no para chulearme
Digo bastantes mentiras.